"Oh, que se vayan todos, que no quede ni uno solo...". El cántico que bajó de la tribuna fue una clara respuesta al momento que vive River. Confusión, impotencia. El conjunto millonario no cree en sí mismo. Aunque arranque ganando, no se sostiene en su ilusión. Ante Olimpo, en el Monumental, volvió a perder. Fue 3 a 1, sin juego ni ideas. Los números son elocuentes: el "Millonario" sumó 3 puntos de los últimos 21. No gana desde la fecha 9 (1 a 0 a Lanús con gol de Mercado).
River se fue silbado. El equipo sigue sin aparecer y el conjunto millonario no debe descuidar los promedios, pensando en el futuro. "No se puede jugar así", dijo Ramón Díaz, frase que resumió lo que fue el partido y que, paradójicamente, tiene al riojano como principal responsable.
La crisis de River excede lo futbolístico. Sufre en el campo de juego y, afuera, en los escritorios, también transita con sobresaltos. El club definirá su futuro en las elecciones el 15 de diciembre. El presidente que asuma tendrá un timón pesado que dirigir, con el lastre futbolístico y con el contrato de Ramón Díaz que Passarella se apuró en renovar y firmar.
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